Luis Carlos López

Luis Carlos López

Retrato de Luis Carlos López
Información personal
Nombre completo Luis Carlos López Escauriaza
Apodo El tuerto López
Nacimiento 11 de junio de 1879
Cartagena de Indias, Colombia Bandera de Colombia
Fallecimiento 30 de octubre de 1950 (71 años)
Cartagena de Indias, Colombia Bandera de Colombia
Nacionalidad Colombiano
Lengua materna Español
Información profesional
Ocupación Poeta
Lengua literaria Español

Luis Carlos López Escauriaza (Cartagena de Indias, 11 de junio de 1879-Cartagena de Indias, 30 de octubre de 1950) fue un poeta colombiano[1]​ conocido popularmente como «El Tuerto López» debido a su estrabismo.

Ejerció diversos oficios como boticario, comerciante, diputado y cónsul. En su producción literaria se advierte una respuesta crítica al cosmopolitismo y al esteticismo propios del modernismo. Frente a la retórica modernista, adoptó un verso despojado y directo, cargado de ironía y de un marcado tono prosaico, con el cual puso en evidencia la apatía de una sociedad provinciana y en declive.[2]

Considerado uno de los maestros de la caricatura poética, su obra se caracterizó por la ironía, la sátira y la crítica a la sociedad provinciana de su época. Representa un pilar fundamental de la modernidad lírica colombiana e hispanoamericana, siendo uno de los referentes principales de la línea antipoética que incluye figuras como Nicanor Parra y Ernesto Cardenal.

Biografía

Luis Carlos Bernabé del Monte Carmelo López Escauriaza era el mayor de once hermanos en una familia de comerciantes distinguida pero de escasos recursos económicos. Sus padres fueron María de la Concepción Escauriaza Iriarte y Bernardo López Bessada, quienes regentaban una tienda de enlatados ultramarinos. Realizó sus estudios primarios y de bachillerato en escuelas locales, complementando su formación con estudios de dibujo y pintura, cuyas influencias estilísticas se reflejan en el «fino escalpelo de su sátira social» y en la destreza para la caricatura y el perfilamiento de personajes y situaciones. Posteriormente, inició estudios de medicina en la Universidad de Cartagena, los cuales tuvo que abandonar cuando fue apresado por el ejército conservador durante la Guerra de los Mil Días.

A principios del siglo XX tuvo alguna incursión en la siempre convulsa vida política colombiana, bajo el ala de las ideas liberales o progresistas. Tras este episodio, se dedicó al comercio en el negocio familiar Almacén López Hermanos, actividad que nunca le proporcionó satisfacción personal y donde transcurrió buena parte de su vida monótona tras el mostrador, en estrecha relación con la bohemia parroquial de El Bodegón. En 1909 contrajo matrimonio con Áura Marina Cowan Tono, con quien tuvo tres hijos.

Paralelamente, desarrolló una activa carrera periodística, siendo fundador junto con sus hermanos José Guillermo y Domingo López Escauriaza del periódico La Unión Comercial, de fugaz existencia. Colaboró en diversas revistas como las literarias Líneas y Rojo y Azul, así como en los periódicos La Juventud y La Patria.

Cuando decidió abandonar el negocio familiar, vivió en dificultades económicas significativas, aunque más tarde logró ejercer cargos diplomáticos como cónsul en Múnich desde 1928 y posteriormente en Baltimore desde 1937, durante siete años. No obstante, a lo largo de su vida permaneció ligado a los círculos literarios de su ciudad natal, participando en diversas tertulias. Quienes lo conocieron lo retrataron como un hombre reservado y solitario, de temperamento crítico y rebelde, muy distinto a la imagen de humorista ligero que algunos le atribuían; hablaba con pocas personas y apenas salía de su casa, salvo para compartir una copa de ajenjo o anís con un reducido círculo de amigos cercanos.[3]

Se catalogó a sí mismo como «anfiscio», es decir, como «habitante de la zona tórrida», y cuya sombra, al mediodía, mira ya al norte, ya al sur, según las estaciones del año». En general, fue más bien «amigo de la línea recta», a contrapelo de la imagen que proyectan sus versos y su conocida iconoclasia antimodernista, antirromántica y anticlerical. Como señala Guillermo Alberto Arévalo, era «romántico e irónico, poeta y comerciante, autor de una obra llena de picardía, pero burgués a cordel, rebelde pero desilusionado».

Falleció en Cartagena el 30 de octubre de 1950. Como homenaje, en 1957 su ciudad le dedicó la escultura Los zapatos viejos esculpida por Tito Lombana, inspirada en su poema A mi ciudad nativa.

Obra

Cartagena de Indias, su ciudad natal, marcó profundamente su obra y su visión crítica de la sociedad. Aunque su poesía se publicó en diversos periódicos y revistas de la época, su reconocimiento literario fue limitado durante su vida, en parte porque muchos de sus poemas más valorados —según él mismo confesó a Romualdo Gallego— se perdieron al negarse un editor a publicarlos con un prólogo de su heterónimo «Fray Candil».

Sus primeros libros, De mi villorrio (1908) y Posturas difíciles (1909), aparecieron en Madrid, seguidos por Por el atajo (1928), considerado su obra más lograda. También colaboró en Varios a varios (1910), un volumen compartido con otros poetas.

A pesar de ser considerado por algunos críticos como uno de los mayores poetas de Colombia —Juan Lozano y Lozano llegó a afirmar que si fuera necesario elegir un solo poeta para representar el genio lírico colombiano, «muchas de las personas que aquí entienden de poesía votarían por Luis C. López»—, permaneció como una figura prácticamente desconocida fuera de su país natal, e incluso en Cartagena. Su lugar en el canon ha sido históricamente «oscilante, discutido, inseguro», como lo evidencia su ausencia o presencia mínima en las principales antologías contemporáneas de poesía colombiana.

Su obra se caracterizó por el uso de la ironía, la sátira y el antipoetismo,[4]​ alejándose del modernismo dominante de su época. López adoptó un verso desnudo y sencillo, pero cargado de prosaísmo, con el que criticó la apatía y decadencia de la sociedad provinciana. Su poesía presenta retratos irónicos de personajes típicos como barberos, alcaldes, jueces, curas y habitantes del pueblo, así como descripciones desencantadas del paisaje costeño.

Rafael Núñez figura entre los personajes evocados por Luis Carlos López en su poesía. Su padre, Bernardo López, fue seguidor de Núñez hasta que, tras una división partidista, se unió a los disidentes, lo que derivó en el sitio de Cartagena cuando el poeta tenía seis años, hecho que dejó en su memoria el estruendo de los cañones en el Centro amurallado, según documenta James J. Alstrum en La sátira y la antipoesía de Luis Carlos López (1986). En sus versos, el poeta asocia a Núñez con Antonia la Pelada, figura popular cartagenera que, según contó a Romualdo Gallego, era una anciana conservadora y alegre, conocida por su cabello ralo, sus danzas por las calles y su fervor por Núñez, a quien celebraba incluso durante los combates de 1885; López la inmortalizó junto al expresidente como símbolos singulares de su ciudad natal.[5]

Estilo

Su obra poética se caracterizó por el rechazo a la solemnidad y la retórica grandilocuente, adoptando una mirada ligeramente oblicua que actuaba como disolvente de la realidad. Partidario de la ironía y el cinismo, su verso cortante y preciso se alejó del modernismo dominante, construyendo a lo largo de sus poemas un personaje poético que reflejaba su propia personalidad desencantada.

López representa de modo contundente un momento-raíz dentro de la genealogía de los modos antipoéticos, esa vertiente de la modernidad literaria en la poesía hispanoamericana en cuyo vértice se ubican figuras como Nicanor Parra o la poesía conversacional de Ernesto Cardenal. Su humorismo se funda en una profunda concepción irónica que constituye el núcleo de la modernidad literaria, entendiendo el humor como una de las más altas formas de la mirada crítico-reflexiva.[6]

El Tuerto López forma parte de lo que se denomina la línea «menor» o «el linaje bastardo» de la poesía colombiana, entroncable con el poemario Gotas amargas de José Asunción Silva, en contraposición a la línea «pura» o más emblemática del Silva simbolista. Su valor no reside en un supuesto «lirismo esencial» que emerja entre las grietas del humorismo, sino en la profunda concepción irónica que se alimenta de una secreta tensión existencial característica del arte moderno: la tensión entre el deseo y la conciencia de la imposibilidad de ese deseo, que se resuelve en humor trágico.[7]

López criticó la apatía y decadencia de la sociedad provinciana a través de retratos irónicos de personajes cotidianos y descripciones desencantadas del paisaje costeño. Su matriz de desencanto encuentra su punto de partida en un muy moderno desencanto del ser humano y de la vida misma, más allá de una simple incomodidad ante la realidad provinciana de su época.

Muerte y legado

López vivió tres décadas después de publicar Por el atajo, pero su muerte el 30 de octubre de 1950 en Cartagena de Indias pasó casi desapercibida para la crítica hispanoamericana, a pesar de ser uno de los poetas más originales de su generación. Su vida, tan ligada a Cartagena como su obra, refleja la de un observador agudo y despiadado de las contradicciones humanas, siempre al margen de los círculos literarios dominantes.

Su lugar en el canon de la poesía colombiana ha sido históricamente inestable. En las tres antologías más recientes y significativas de la poesía colombiana, su presencia es mínima o nula: no aparece en las antologías de Ramón Cote para Editorial Visor, ni en la de Samuel Vásquez y Santiago Mutis para la Universidad Autónoma de Nuevo León, y tiene presencia muy reducida en la antología múltiple de la revista Luna Nueva dirigida por Omar Ortiz, donde solo dos de los veintiocho antologadores lo incluyeron.

Como homenaje póstumo, en 1957 su ciudad natal le dedicó la escultura Los zapatos viejos, obra del escultor Tito Lombana, inspirada en su poema: «A mi ciudad nativa».

Obra poética

Publicó los siguientes libros de poesía:

  • De mi Villorio (Madrid, 1908)
  • Posturas Difíciles (Madrid, 1909)
  • Por el Atajo (1920)
  • Versos (1946)
  • También parte del libro Varios a Varios (1910) en colaboración con Abraham López Penha y Manuel Cervera.

Enlaces externos

Referencias

  1. «Britannica». 
  2. «Luís Carlos Lopez — Centro Virtual Cervantes». 
  3. Gossaín, Juan (5 de mayo de 2011). «Luis Carlos López, el poeta de la vida cotidiana». Revista Dinners (Bogotá, Colombia). Consultado el 30 de agosto de 2025. 
  4. Llorente Arroyo, Alfonso (1 de diciembre de 1924). «Luis Carlos López». Hispania — Universidad de Texas. doi:10.2307/331863. Consultado el 30 de agosto de 2025. 
  5. Tatis, Gustavo (10 de junio de 2023). «Luis Carlos López: 144 años del natalicio del más grande poeta de Cartagena». El Universal (Cartagena, Colombia). Consultado el 31 de agosto de 2025. 
  6. Shade, George D. (25 de septiembre de 1957). «La sátira y las imágenes en la poesía de Luis Carlos López». Revista Iberoamericana. doi:10.5195/reviberoamer.1957.1693. Consultado el 30 de agosto de 2025. 
  7. Aguirre Bustos, Rómulo (2016). Poesía completa de Luis Carlos López — La mirada insomne. Bogotá, Colombia: Biblioteca Nacional de Colombia. p. 10. ISBN 978-958-8959-67-2. Consultado el 30 de agosto de 2025.