Historia de Michoacán

La historia de Michoacán se ha estudiado a partir de los vestigios arqueológicos y otros recursos históricos, como la obra literaria Relación de Michoacán escrita en 1542, y se sabe que los primeros pobladores del estado fueron varias tribus chichimecas que arribaron en diferentes años, y por consiguiente evolucionaron de manera diferente.

Historia de México por entidad federativa

Periodo prehispánico

Uno de los pocos hallazgos en Michoacán sobre el hombre antiguo han sido huellas encontradas en el Infiernillo (Tierra Caliente), dejadas por el hombre en transición del nomadismo al sedentarismo.[1]

Otro de los hallazgos importantes han sido los encontrados en El Opeño, un yacimiento de tumbas de tiro de alrededor de 3500 años de antigüedad.[1]

Las zonas arqueológicas que se han encontrado en el estado, y que han ayudado a esclarecer la historia del nacimiento y desarrollo de las etnias que dieron inicio y esencia a la configuración cultural de Michoacán, datan del período formativo o preclásico (1500 a. C. a 200 a. C.), del clásico (200 a. C. a 800) y postclásico (800 a 1000), entre cuyos lugares destacan: el Curutarán, la Villita, Tepalcatepec, Apatzingán, Zinapécuaro, Coalcomán, San Felipe de los Alzati, Tzintzuntzan, Tingambato, Pátzcuaro, Zacapu, Uruapan, Tzitzio, etcétera.

El territorio Michoacano estuvo habitado por los Tarascos o Purépechas, que se desarrollaron como una cultura dominante e impusieron su hegemonía económica, religiosa, militar y cultural a las demás etnias que también habitaban la región, como los nahuas, otomíes, matlatzincas o pirindas y tecos. En la región, se hablaba además del idioma tarasco o purépecha, las lenguas coacomeca, xilotlazinca, colimote, pirinda, mazahua, sayulteco, náhuatl y teca.

En la actualidad los pobladores nativos de estas tierras se dan el mismo nombre que a su lengua: purhépecha, aunque también se les conoce como tarascos.

Cultura purépecha

El pueblo purépecha llegó desde el norte a tierras michoacanas durante diferentes migraciones a partir del siglo IX. De acuerdo con la Relación de Michoacán, partieron de las siete cuevas dirigidos por el chichimeca Hireti Ticátame, quien los estableció en una montaña cercana a Zacapu o a Naranxan.[2][3] Se fueron trasladando durante dos siglos por el estado hasta que sentaron su capital a las orillas del lago, en Pátzcuaro, donde creían que era la puerta del cielo.[3]

Rendían culto al fuego, siendo su divinidad principal, ‘el gran quemador’ Curicaueri, al cual se le ofrecía leña a modo de ofrenda.[4] En general, sus dioses se clasificaban en cinco grupos: celestiales, cardinales, infernales, primogénitos y locales.[5] Su señor era el cazonci, quien se valía de cuatro jefes militares, por las cuatro provincias del imperio; estos eran apotados por caciques.[6]

Yácatas de Tzintzuntzan.

En el siglo XIV el irecha o canzonci Tariácuri, sometió a los distintos grupos en nombre del dios Curicaueri, y logró consolidar la situación política, social y religiosa del imperio.[2] Después de inmolar a dos de sus hijos repartió su imperio a tres de sus sucesores:[7]

  • Hiquíngare, su hijo, a quien nombró señor de Pátzcuaro;
  • Hiripan, su sobrino, a quien designó señor de Hiuatzio (Ihuatzio);
  • Tangáxoan, otro de sus sobrinos, a quien asignó como señor de Tzintzuntzan.

Posteriormente, por mandato de Taríacuri edificaron un cu (adoratorio) y comenzaron una guerra florida para obtener prisioneros que se sacrificarían para consagrarlo; realizado esto, se dispusieron a conquistar.[8] Durante su tercera campaña, contra los pueblos nahuas del sur, falleció el cazonci.[8]

En la mitad del siglo XV el imperio quedó bajó el poder del señor de Tzintzuntzan, Tzitzispandácuare, hijo de Tangáxoan; los principales motivos de esto son la orden de Hiquíngare de matar a sus descendientes «por ser malos, emborracharse y matar a la gente» y por la poca resistencia que Ticátame, sucesor de Hiripan, tuvo a los designios de Tzitzipandácuare, de llevarse a Curicaueri (una piedra, representación del dios mismo) a su capital, en parte por un mal presagio que declaraba la furia de los hermanos de Curicaueri al supuestamente ya no llevarse leña a los templos de Hiuatzio.[9][10] Este cazonci es reconocido por derrotar a los mexicas, al mando de Axayácatl, después de la destrucción de Taximaroa.[11][12][2] Le sucedió su hijo Zuangua, quien impulsó la agricultura, las artesanías, la religión y las conquistas.[13]

Conquista del Imperio purépecha

Tangáxoan Tzíntzicha, también conocido como Tangáxoan II, siendo ejecutado. Parte del mural de Juan O'Gorman para la Biblioteca Gertrudis Bocanegra de Pátzcuaro.

Tras la caída de Tenochtitlan, en 1521, la primera incursión importante al imperio purépecha fue la de Cristóbal de Olid, en 1522.[14] Desde Taximaroa, Olid envió una propuesta de paz a Tangáxoan Tzíntzicha, hijo de Zuangua (muerto por viruela), el cual procedió a esconderse en vez de recibir a los españoles; cuando fue encontrado se le obligó a entregar el oro y la plata a Hernán Cortés, en la arruinada Tenochtitlan.[15] Este último encomendó los pueblos michoacanos a los caballeros partícipes en la conquista, quienes recaudarían los tributos de los antiguos caciques a cambio de preservar la paz y de convertir el imperio al cristianismo.[16]

Poco después, Nuño de Guzmán, desconoció los reales acuerdos y llevó a Tangáxoan Tzíntzicha a juicio. Según Francismo Miranda, se le acusó de supuestamente haber entorpecido el funcionamiento de las encomiendas y sobornar con el objetivo de impedir su condena, además de seguir rindientdo culto a sus dioses y haber estado inmuscuido en la muerte de españoles; a través de algunos súbditos que testificaron en su contra, mediante el uso de la tortura, se le declaró culpable, siendo el 14 de febrero de 1530 arrastrado y extrangulado, con la posterior quema de su cuerpo.[17]

Este hecho provocó la dispersión de los habitantes de la Meseta Tarasca en varias direcciones. Guzmán recorrió la parte occidental de México y en su trayecto destruyó varias ciudades pero fundó Guadalajara, Compostela y Culiacán. Las noticias de sus abusos de poder, llegaron a España, donde Carlos V comisionó al licenciado Gael de la Torre para investigar a Guzmán; se le envió de regreso preso a España y se le sometió a un juicio de residencia, por los abusos cometidos en la Nueva España.

Virreinato de la Nueva España

En los siglos XVI al XVIII, en las dos principales ciudades, Tzintzuntzan y Pátzcuaro, se levantaron conventos y construcciones civiles. Se inició la explotación minera en Angangueo, y se desarrolló la ganadería en Tlalpujahua, Inguarán y Real del Espíritu Santo.

Siglo XVI

Estatua de Vasco de Quiroga en Pátzcuaro.

Enterado Carlos I de las acciones de Nuño de Guzmán, comisionó al abogado y humanista Vasco de Quiroga como miembro de la Segunda Audiencia, quien junto con los misioneros franciscanos, agustinos y jesuitas lograron calmar la situación e implantar la religión cristiana. En el año 1538, Vasco de Quiroga, o Tata Vasco como fue llamado por los indígenas, fue nombrado el primer obispo de Michoacán.[18] A partir de la fundación de Pátzcuaro, se dedicó a otorgar un oficio único a numerosos pueblos, introducir nuevas variedades frutales, fundar el Colegio de San Nicolás así como una gran cantidad de hospitales y defender a los indígenas frente a los encomenderos, entre otras hazañas.[19]

Por otra parte, el ganado traído del Viejo Mundo se multiplicó en la región del centro mexicano lo suficiente para invadir los sembradíos, lo que provocó la subida en el precio de la cosecha.[20] Con el objetivo de frenar la carestía, el virrey Antonio de Mendoza desplazó gradualmente la ganadería hacia regiones menos pobladas; desde 1545 los rebaños estarían recorriendo el norte de Michoacán y Nueva Galicia, inicialmente por temporadas, especialmente a la ciénega de Chapala, lo que no resolvió el problema sino que lo agravó (por el vaivén en tierras con maizales), situación que se trató de resolver con el establecimiento definitivo del ganado en esas dos entidades.[21] Con el ganado llegaron colonos, razón por la cual a mediados de 1550 se otorgaron miles de mercedes de estancias de ganado mayor y menor, así como caballerías, para que los colonos españoles pudieran sembrarlas.[22]

Durante todo el siglo xvi la población de México se vio reducida. En Michoacán, la mayor mortandad se dio en la Meseta purépecha, tanto por la guerra, las epidemias, las hambrunas, los trabajos forzados, etc.; la anterior orden de Nuño de Guzmán de llevar forzosamente al combate a la población originaria, con el objetivo de combatir a los indígenas de Sinaloa, no hizo más que acabar aún más con la población, del mismo modo que los terremotos de 1567 y 1575.[23]

Siglo XVII

A inicios de este siglo varios ganaderos que habían recibido mercedes se hicieron de haciendas, mas no funcionaban, aún, con el trabajo de jornaleros sino a través de la mediería y el arrendamiento.[24]

Siglo XVIII, Ilustración

A finales del siglo XVIII, la influencia de las corrientes filosóficas europeas se dejó sentir en Michoacán. En los colegios jesuitas se estudiaba la ciencia y la filosofía moderna: las ideas de Descartes, Bacon, Copérnico, Newton, Galileo, Kepler, Torricelli, y otros eran vistas con simpatía, hasta que Carlos III ordenó la expulsión de los jesuitas en 1767.

José Antonio Pérez Calama, egresado de la Universidad de Salamanca, y Benito Díaz de Gamarra mantuvieron las ideas de la ilustración, hasta la caída de Carlos IV, obligado por Napoleón Bonaparte a abdicar en favor de su hermano José Bonaparte. A través de sus obras, el filósofo zamorano Benito Díaz de Gamarra se volcó contra la tradición y los prejuicios mientras trataba de implantar la razón y la duda, lo que coadyuvaría en la transformación de las consciencias de aquellos tiempos.[25] Nicolás Rangel, por tal motivo, lo reconoce como un predecesor ideológico de la Independencia mexicana.[26]

A partir de 1760 la población de Michoacán iba en incremento, principalmente por la llegada de españoles provenientes de Asturias, Galicia, Santander y Vasconia.[27] Esta situación impulsó la producción: principalmente la minería, luego el intercambio mercantil (desde 1778 los puertos americanos pudieron realizar sus transacciones con los puertos españoles) junto con la industria.[27] Todo ello suscitaría un alto desarrollo agrario en el Bajío michoacano.[27]

Acueducto de Morelia.

En 1785 se experimentó una sequía junto con heladas agostinas (consecuencia de una nube de cenizas por la erupción de una cadena de volcanes islandeses) que provocaron la pérdida de los cultivos.[28] Las autoridades, ante esta situación, privilegiaron el abastecimiento de los reales de minas y de las ciudades;[29] fomentaron el cultivo extraordinario de granos; adquirieron sobre todo maíz para el suministro; e impidieron que los indígenas se volvieran errantes.[30] En el caso de Valladolid, por ejemplo, el fray Antonio de San Miguel financiaría la reconstrucción del acueducto de Valladolid, entre otras obras, con la finalidad de generar fuentes de empleo que les asugarasen a las familias su subsistencia.[31] Por ese mismo año se presentó en toda Nueva España una epidemia.[30] En el Bajío y en la región oriente hubo mucha mortandad, situación que no se reflejó en la Meseta purépecha.[32]

El cierre del siglo XVIII estuvo marcado, entre otras cosas, por la instauración del neoclasicismo y el nacionalismo, el reordenamiento político administrativo, la edificación de instituciones educativas, así como el progreso en la manufactura (a causa de la sustitución de importaciones devenida por la guerra anglo-española) y la minería, especialmente, en los reales de minas de Angangueo, Tlalpujahua, Zitácuaro e Inguarán.[33] A través de las reformas político administrativas, cabe destacar, se suprimieron las alcaldías mayores y establecieron las Intendencias, las cuales se dividieron en subdelegaciones.[34]

Independencia de México

Antecedentes

José Mariano Michelena

Inspirados por las ideas liberales de la Ilustración y por la independencia de las Trece Colonias, los criollos, inconformes con los privilegios que gozaban los españoles peninsulares, vieron una oportunidad de emancipación en la invasión napoléonica de España, en 1808.[35] Ante la ausencia de un rey legítimo, los ediles criollos trataron de formar una junta que representara la población novohispana para que gobernara sin la intervención de España, junta que evitada por los españoles peninsulares radicados en México.[36] En adelante, los independentistas conspirarían secretamente para iniciar la rebelión.[36]

Entre los conspiradores se encontraban el capitán José María García Obeso, el alférez Mariano Michelena, el también alférez Mariano Quevedo, Ignacio Allende, Ruperto Mier, Juan B. Guerra, entre otros militantes como Pedro Rosales, Nicolás Michelena, José A. Saldaña, José María Izazaga, Manuel Ruiz de Chávez, Vicente Santa María, etc.[36] En general, sus objetivos se resumían en conformar una junta, salvaguardada por un ejército, que tomaría el control gubernamental de la Nueva España.[37] Esta conjura, conocida también como el plan de Valladolid, no se llevó a cabo debido a su destrucción por Mariano Michelena, antes de que fuera encarcelado junto con García Obeso, Nicolás Michelena y José María Abarca el 21 de diciembre de 1809, por órdenes del intendente José Alonso Terán.[37]

Inicio, organización

José María Morelos

El cura Miguel Hidalgo, antiguo estudiante y exrector del Colegio de San Nicolás, fue quien llamó a la lucha, el 16 de septiembre de 1810, en Dolores, Guanajuato, levantando en armas a los pobladores en contra del gobierno español; después de la toma de la ciudad de Guanajuato se dirigió a Valladolid, en donde «abolió la esclavitud y el tributo», designó nuevo intendente de Michoacán a José María Anzorena y se reabasteció de reclutras, para salir con un ejército de 80 000 hombres que posteriormente se enfrentarían en el monte de las Cruces con el ejército realista, cerca de la Ciudad de México.[38] Sin embargo, dirigiéndose a Querétaro, fue derrotado en San Jerónimo Aculco; regresó, así, a Valladolid, se dispuso a marchar hacia Zamora para posteriormente dirigirse a Guadalajara, en Nueva Galicia, y en el puente de Calderón fue nuevamente derrotado, lo que llevó a viajar hacia los Estados Unidos en busca de equipo militar, dejando al mando a Ignacio López Rayón.[38] Por el mes de junio de 1811, Rayón llegó al Bajío zamorano, donde reorganizó su ejército; un mes después, el 30 de julio, moriría Hidalgo en Acatita, Coahuila.[39] Por esos tiempos, otros insurgentes michoacanos combatían con los realistas, como Benedicto López por la región de Zitácuaro y Manuel Muñiz, cerca de Tacámbaro, lo que permitió que Rayón se instalara en Zitácuaro, lugar desde el que convocó la Suprema Junta Nacional Americana.[39] No obstante, a comienzos de 1812 la ciudad fue atacada por el ejército realista comandado por Félix Calleja, quien les propició la huida.[39]

En 1813, el mando de los revolucionarios cayó en José María Morelos.[40] Años antes, Morelos se había unido al movimiento comandado por Hidalgo, dándole éste el encargo de levantar en armas a las poblaciones de Tierra Caliente; posteriormente haría incursiones exitosas en México, Puebla, Veracruz y Oaxaca, siendo la ruptura del sitio de Cuatla montado por el general Félix Calleja una de sus mayores hazañas.[41] El 14 de septiembre de 1813 Morelos convocó en Chilpancingo el Congreso de Anáhuac, en reemplazo a la Junta de Zitácuaro, donde se dio la proclamación de los Sentimientos de la Nación.[42] El Congreso, mientras huía del ejército realista, terminó de redactar la primera constitución mexicana, la cual fue jurada en Apatzingán, el 22 de octubre de 1814; por eso es llamada como la Constitución de Apatzingán, inspirada en los Sentimientos de la Nación y en las constituciones revolucionarias francesas y españolas (Constitución de Cádiz).[43] No obstante, José María Morelos fue vencido y finalmente ejecutado el 22 de diciembre de 1815 en Ecatepec.[44]

Resistencia, consumación

Agustín I.

Después de su muerte, la guerra de independencia perdió fuerza; los caudillos se resguardaron en zonas protegidas pero no resistieron por mucho tiempo, pues el 1818 aconteció la caída del último fuerte de resistencia.[45] Sin embargo, la revolución liberal de España en 1820 daría un nuevo impulso a la lucha independentista.[45] En 1821 el vallisoletano Agustín de Iturbide proclamó el Plan de Iguala, ya con el apoyo de insurgentes, de tradicionalistas y eclesiásticos (a los cuales les garantizó el respeto total de la religión) pero sobre todo, de Vicente Guerrero, que combatía en el sur.[45]

La lucha contra aquellos que se oponían al Plan de Iguala fue relativamente sencilla; la toma de Valladolid el 22 de mayo de 1821 fue de los acontecimientos más notables, pero el más importante fue la firma del Tratado de Córdoba entre Iturbide y el último virrey Juan O'Donojú, donde se acuerda la independencia de México.[46] El 27 de septiembre de 1821 Iturbide haría una entrada triunfal a la Ciudad de México, y el 21 de mayo de 1822 se le coronaría emperador con el título de Agustín I, cargo que ocuparía por solo ocho meses, ya que el general Antonio López de Santa Ana empezaría una secuencia de cuartelazos que harían abdicar al efímero emperador.[46]

México Independiente

Mapa de Michoacán en el México de 1824.

En Michoacán, la guerra de Independencia finalizó con la toma de Valladolid por parte de Agustín de Iturbide, el 22 de mayo de 1821. El 17 de diciembre de 1821 se crearon las diputaciones provinciales, y en febrero de 1822, la representación de Michoacán se instaló en Valladolid.

Después del derrocamiento de Iturbide, se creó el Estado Libre y Soberano de Michoacán, al expedirse el Acta Constitutiva de la Federación Mexicana, el 31 de enero de 1824, por decreto de la Cámara Constituyente de la Nación. El 6 de abril del mismo año, se instaló el Congresto Local Constituyente.

El estado fue dividido en 4 departamentos y 22 partidos, por decreto de la Ley Territorial de 1825, y el 19 de julio, se contó con su primera Constitución política. Ese mismo año, fue elegido el Sr. Antonio Castro como primer Gobernador del estado. A iniciativa del Congreso Local, se le cambió a la capital el nombre de Valladolid, por el de Morelia, en honor al insurgente José María Morelos.

Véase también

Referencias

  1. González, 1980, p. 47.
  2. «El Estado de Michoacan [ Historia ] (Informacion de la Universidad Michoacana)». web.archive.org. 22 de julio de 2011. Consultado el 8 de febrero de 2024.
  3. González, 1980, p. 60.
  4. González, 1980, p. 72.
  5. González, 1980, pp. 73-74.
  6. González, 1980, p. 66.
  7. González, 1980, pp. 61-62.
  8. González, 1980, p. 62.
  9. González, 1980, pp. 63-64.
  10. «.: Relación de Michoacán:.». etzakutarakua.colmich.edu.mx. Consultado el 8 de febrero de 2024.
  11. González, 1980, p. 64.
  12. «.: Relación de Michoacán:.». etzakutarakua.colmich.edu.mx. Consultado el 9 de febrero de 2024.
  13. González, 1980, p. 65.
  14. González, 1980, p. 78.
  15. González, 1980, p. 79.
  16. González, 1980, pp. 78-79.
  17. González, 1980, p. 80.
  18. González, 1980, pp. 81-82.
  19. González, 1980, p. 83.
  20. González, 1980, p. 87.
  21. González, 1980, p. 88.
  22. González, 1980, p. 89.
  23. González, 1980, pp. 90-91.
  24. González, 1980, pp. 93-94.
  25. González, 1980, p. 109.
  26. González, 1980, p. 110.
  27. González, 1980, p. 111.
  28. Talavera, 2015, pp. 90-91.
  29. Talavera, 2015, p. 91.
  30. Talavera, 2015, p. 92.
  31. González, 1980, p. 113.
  32. Talavera, 2015, p. 94.
  33. González, 1980, p. 115.
  34. González, 1980, pp. 115-116.
  35. González, 1980, pp. 120-121.
  36. González, 1980, p. 121.
  37. González, 1980, p. 122.
  38. González, 1980, p. 124.
  39. González, 1980, p. 125.
  40. González, 1980, p. 126.
  41. González, 1980, p. 127.
  42. González, 1980, p. 128.
  43. González, 1980, p. 132.
  44. González, 1980, p. 134.
  45. González, 1980, p. 135.
  46. González, 1980, p. 136.

Bibliografía

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