Catedral de San Luis (Blois)

Antes de convertirse en catedral, ya existía una capilla dedicada a San Pedro en la época carolingia, probablemente en sustitución de un santuario en medio de un cementerio galo-romano situado en las afueras de Blois en dirección a Orleans. Se añadió una cripta a esta iglesia circa el 977, a petición de Luitgarda de Vermandois, esposa del conde Teobaldo I, para albergar las reliquias de San Solen, obispo de Chartres en tiempos del rey Clodoveo I. Fue entonces cuando se reconstruyó la iglesia, que tomó el nombre de San Solen. En el siglo XI se añadió un campanario a la fachada occidental.

De la iglesia medieval sólo quedan la base del campanario y la cripta. A partir del 1544, se reconstruyó completamente la iglesia en estilo renacentista, con un ensanchamiento de la nave en el lado norte. La bóveda es entonces de madera, como en muchas iglesias de la zona (Mer, La Magdalena de Vendôme, Villiers-sur-Loir, etc.).

Durante la noche del 6 al 7 de junio de 1678, la iglesia de San Solen fue devastada por un huracán. Los vitrales se hicieron añicos, la bóveda se derrumbó y los pilares quedaron destruidos. Sólo quedaron la fachada y el campanario. La reconstrucción en estilo gótico tuvo lugar entre 1680 y 1700 bajo la dirección del arquitecto Arnoult-Séraphin Poictevin (fallecido en 1720), a instancias del ministro Colbert, cuya esposa procedía de Blois.

Mientras tanto, en 1697 se erigió la diócesis de Blois y se eligió a la iglesia de San Solenne para convertirse en la catedral de la nueva diócesis. Se puso bajo el patrocinio de San Luis, rey de Francia. Luis XIV donó el altar en 1698 y el órgano en 1704.

La catedral fue utilizada como Templo de la Razón para los cultos decenales. La presencia del abate Grégoire, obispo constitucional, no bastó para conservarla. Se vendió todo su mobiliario: altares, relicarios, platería, estatuaria, etc. Sólo se conservaron el altar mayor y los grandes órganos.

El edificio perdió su condición de catedral cuando el Concordato suprimió la diócesis de Blois y lo unió a la de Orleans.

El abad Mathurin Gallois, párroco entre 1803 y 1818, emprendió la restauración de la iglesia de San Luis, principalmente con su propio dinero. Restauró el altar mayor, añadió candelabros, el tabernáculo y la cruz. Restauró las devastadas capillas semanales con nuevos altares, retablos, predelas, confesionarios... A su muerte, en 1817, la iglesia recuperó su antiguo esplendor.

En 1823, se restableció la diócesis de Blois y la iglesia volvió a ser catedral.

En 1860 se inició una importante campaña de obras bajo la dirección del arquitecto blesiano Jules de La Morandière. Se añadió al deambulatorio la capilla axial, dedicada a Nuestra Señora, según los deseos de Luis XIII. Las vidrieras que ilustran la vida de Luis IX, llamado San Luis, se encargaron al célebre vitralista Lobin de Tours.

En los años 1930, la cripta fue excavada y rehabilitada por el doctor Frédéric Lesueur, historiador de Blois.

Lamentablemente, la reforma del Vaticano II dejó su huella. En la nave, el púlpito fue destruido sin autorización y el banco de los canónigos desapareció. Los estandartes que decoraban la catedral se han guardado. En el coro, las rejas se entregaron a los compañeros de Emaús, el número de sillerías se dividió por cuatro. Pero el altar mayor afortunadamente se ha conservado, restaurado al lugar para el que fue hecho, a la entrada del coro, en la llamada "posición romana". Y la catedral sigue siendo la de Don de Sauzin cuando se restableció la diócesis de Blois en 1823.

El gran proyecto de la catedral en el siglo XX fue la creación de las vidrieras, ya que la catedral nunca había tenido ninguna desde su reconstrucción tras el huracán de 1678. La obra fue confiada por Jack Lang, ministro de Cultura y alcalde de Blois, al artista holandés Jan Dibbets en 1992. Apasionado del simbolismo cristiano, el artista encontró una hermosa colaboración con el canónigo Dominique Dupont (1944-2020), párroco de la catedral, para elaborar un programa que no era sólo un catecismo, sino una verdadera obra teológica. El talentoso maestro vidriero Jean Mauret las creó. Las nuevas vidrieras cubren treinta y tres tramos, altos y bajos, y representan una superficie total de más de 360 m².

Las vidrieras inferiores ilustran el adagio del Concilio Vaticano II: "La Eucaristía es fuente y culmen de toda vida cristiana".

Los vanos superiores están ordenados como una progresión hacia el misterio divino. Los símbolos cristianos (vid, ancla, tetragrámaton) acompañan a los cristianos en la nave, junto con los santos (San Luis, San Pedro y San Pablo), hacia el coro marcado por Cristo y la Virgen María. En el santuario, se honra a la Trinidad en sí misma (ventana norte) y revelada en Jesucristo (ventanas sur).

La composición, sin pretender ser iconoclasta, es anicónica, siguiendo una tradición muy minoritaria en la Iglesia católica, pero que puede vincularse a Raban Maur. Esta tradición está presente en el valle del Loira gracias a la obra del obispo Patrice de Saint-Dié en el siglo XVII.

Además de su significado estético y católico, las vidrieras de Dibbets tienen la gran ventaja de respetar la luz que inunda la catedral, en el espíritu de los constructores de finales del siglo XVII.

Las vidrieras se inauguraron en 2000, en presencia de la reina Beatriz de Holanda, Jack Lang y de Germiny, obispo de Blois.