Sentimiento antiestadounidense en España

Caricatura política de 1898 ilustrando las intenciones de los Estados Unidos en Cuba

El sentimiento antiestadounidense (también llamado antiamericanismo, antiestadounidismo, antiestadounidensismo, o americanofobia) en España consiste en una animadversión hacia Estados Unidos percibida como profundamente arraigada en el pueblo español; y varias encuestas lo clarifican, clasificando a España como uno de los países con mayor nivel de sentimiento antiestadounidense en Europa.[1]​ Según un estudio del German Marshall Fund, los sentimientos hacia los Estados Unidos en España se encontraban como los menos favorables de Europa junto Turquía.[2]​ Lejos de ser exclusivamente de naturaleza izquierdista, los Estados Unidos de América también han sido vistos bajo una luz negativa por facciones conservadoras en España.[3]

La consideración de la guerra hispano-estadounidense de 1898 como punto de origen del antiamericanismo en España ha sido un lugar común en la historiografía, aunque este extremo ha sido recientemente discutido,[4][5]​ ya que los estereotipos negativos sobre los EE. UU. comenzaron a ser forjados ya desde la declaración de independencia de 1776.[6]​ La propagación de prejuicios y clichés contra los Estados Unidos, común en Europa durante los siglos xix y xx, encontró un terreno fértil en España.[7]​ El antiamericanismo español del siglo xix —profundamente conservador— se desarrolló vehiculado a través de un discurso panhispánico que situó a los Estados Unidos como un enemigo de los intereses españoles y de la fe católica.[8]

La guerra de 1898, percibida en los Estados Unidos como una «splendid little war» (una «guerrita espléndida»), significó un desastre nacional para muchos en España,[9]​ aunque, a pesar de los intentos de los sectores más obstinados de la derecha que siguieron dedicándose a alimentar el sentimiento antiestadounidense, las secuelas inmediatas en la opinión pública se centraron en un foco en la autocrítica y en una grave crisis en la psique nacional en lugar de en una prevalencia de posturas revanchistas.[10]

Según Alessandro Seregni, el sentimiento antiestadounidense español del siglo xx se construyó sobre dos culturas políticas diferentes («grupos» o «familias»), una de derecha y otra de izquierda.[11]

Durante la Segunda Guerra Mundial el antiamericanismo de derecha, abanderado por la Iglesia, las Fuerzas Armadas y la Falange, fue descarado, convirtiéndose los miembros de esta última en patrocinadores de una cosmovisión apuntalada por la «Hispanidad» en colisión con la Doctrina Monroe.[12]​ Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial el antiamericanismo de derecha se volvió más defensivo. Las críticas y condenas al imperialismo estadounidense se extendieron en España en los años 60 y 70.[13]​ La participación de los Estados Unidos en el exterior en los años 70 (a menudo apoyando regímenes antidemocráticos) empañó aún más la reputación del país entre las sensibilidades de izquierda.[14]

Para muchos autores, la prevalencia mayor del rechazo hacia Estados Unidos en España con respecto a otros países de su entorno se ha debido al recuerdo de 1898 y al resentimiento de la izquierda por la asociación estadounidense con Franco.[13]​ Además de los acontecimientos anteriores, los Pactos de Madrid de 1953 (que llevaron a la instalación de bases militares estadounidenses en España), la falta de entusiasmo de los Estados Unidos por una transición democrática en los años 70 en España, el apoyo de estos a las dictaduras de ultraderecha en Hispanoamérica durante la administración de Ronald Reagan y la invasión de Irak (incluyendo el asesinato de José Couso) también han sido mencionados como acontecimientos que han alimentando el odio hacia lo estadounidense.[15]​ España fue de hecho el país europeo con los niveles más altos de oposición a la guerra de Irak entre la opinión pública.[16]

En cuanto a la actividad de organizaciones armadas atentando contra intereses estadounidenses (que incluía frecuentemente el ataque a la embajada y a consulados, además de también a objetivos militares), antes de la muerte de Franco esta se circunscribió a las ejecutadas por la Liga Comunista Revolucionaria, el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) y el Frente de Liberación Catalán (FAC).[17]​ Tras la muerte del dictador en 1975 la gama de perpetradores se amplió, incluyendo a los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO), a Euskadi Ta Askatasuna (ETA), a Terra Lliure y al «Ejército Rojo Catalán de Liberación» (ERCA) además de a la llamada «Vanguardia Falangista».[17]​ Entre las diversas acciones en suelo español, un atentado terrorista reivindicado por el ERCA —el atentado del bar Iruña— terminó con un militar estadounidense asesinado, aunque la autoría no llegó a aclararse y llegó a especularse en su momento con un grupo árabe.[18]

Referencias

Bibliografía