Neda (mitología)

En la mitología griega Neda (en griego antiguo Νεδα, Neda; o Νεδη, Nede) denominada como «una de las ninfas de Arcadia», es epónima tanto de un río como de un pueblo.[1]​ Aparece prominentemente en la poesía de Calímaco en donde es descrita como la primera nodriza de Zeus:

«La venerable Rea dijo entonces, en medio de su angustia: ‘Gea amiga, da a luz también tú; son soportables los dolores de tu parto’. Asi habló la diosa y, después, extendiendo hacia arriba su vigoroso brazo, golpeó la montaña con su cetro; esta se abrió en dos, y un abundante chorro brotó. Lavó entonces tu cuerpo, oh rey, lo envolvió en pañales, y te confió a Neda para que te llevase al refugio de Creta donde transcurriría tu oculta crianza; a Neda, la más venerable de las ninfas que la asistieron aquel día, y la de más edad después de Estigia y de Fílira. Y no fue vana la recompensa de la diosa, ya que puso el nombre de Neda a aquellas aguas; su caudal numeroso se mezcla con las ondas de Nereo (el mar) junto a la plaza fuerte de los Caucones, que es llamada Lepreo: es el agua más antigua que beben los hijos de la Osa [Calisto], hija de Licaón. Al abandonar Tenas rumbo a Cnoso —ambos lugares están cerca—, la ninfa te llevaba, padre Zeus, cuando cayó el ombligo de tu cuerpo. Eso explica por qué desde entonces llaman Onfalio (‘ombligo’) los Cidones a esta llanura».[2]

Cuando el poeta dice «de más edad después de Estigia y de Fílira» se refiere implícitamente a que Neda es una de las oceánides, pues las anteriores lo son. Según la Teogonía las oceánides eran tres mil hermanas, hijas de Océano y Tetis.[3]

Era representada en Atenas dentro un templo de Atenea.[4]​ También estaba representada una estatua suya en un recinto sagrado en Megalópolis, Arcadia, llevando a Zeus niño en brazos, y acompañada de las ninfas Antracia, Hagno, Anquírroe y Mirtoesa.[5]

Su papel como primera nodriza de Zeus también recae sobre Tisoa y Hagno.[6]​ En la tradición mesenia se dice en cambio que las nodrizas fueron Neda e Itome.[7]Estrabón nos dice que en el río Neda Rea había dado a luz a su hijo, y sus aguas fueron testigo de los dolores del alumbramiento, así como también lavaron al recién nacido.[8]

Referencias

  1. Estéfano de Bizancio, voz «Neda»
  2. Calímaco: Himno I (a Zeus), 30 y ss
  3. Hesíodo: Teogonía 346 y ss.
  4. Pausanias: Descripción de Grecia VIII 47, 2
  5. Pausanias: Descripción de Grecia VIII 31, 4
  6. Calímaco: himno 38; Pausanias: Descripción de Grecia, VIII 38, 3
  7. Pausanias: Descripción de Grecia, IV 33. § 2
  8. Estrabón: Geografía VIII 3, 22