Juan Fernández Franco

Juan Fernández Franco
Información personal
Nacimiento 1520
Pozoblanco (España)
Fallecimiento 1601
Bujalance (España)
Nacionalidad Española
Información profesional
Ocupación Historiador

Juan Alonso Fernández Franco, también figura como "Juan Alfonso", (¿1520-1525?-1601) fue un epigrafista y arqueólogo español.

Juan Fernández Franco fue uno de los principales epigrafistas y arqueólogos españoles del siglo XVI. Se especializó en el estudio de la romanización en la parte sur de la península Ibérica y fue el epigrafista del siglo XVI que más inscripciones leyó y transcribió de la Bética.[1]

Biografía

Juan Fernández Franco nació en Pozoblanco, localidad de la provincia andaluza de Córdoba en el año 1520 o 1525. Hijo de Juan Alfonso Fernández Franco y de Isabel Rodríguez se formó, junto a su hermano Pedro Fernando, en Granada adquiriendo de conocimientos y competencias relacionados con el derecho y el sistema legal. Entre 1535 y 1545 estudió retórica en la Universidad de Alcalá donde recibió clases del cronista Ambrosio de Morales quien le inició en la labor epigráfica enseñándole el método del estudio y análisis de las fuentes documentales y arqueológicas, fundamentalmente inscripciones y monedas, para la reconstrucción histórica. Luego en Salamanca donde para 1550 ya era bachiller en Jurisprudencia y más tarde licenciado.

Se casó con Juana Pedrique y se estableció en la localidad de Montoro. Con Juana tuvo un hijo, Diego Fernández Franco, que también fue aficionado al estudio de las antigüedades. En 1549 entró a servicio de los marqueses de El Carpio trabajando como gobernador de sus estados para lo que se estableció en la localidad cordobesa de El Carpio.

En 1693 tenía intención de viajar a América, viaje que no se realizó. En 1997 fue confirmado en el gobierno de Los Pedroches ejerciendo como juez de apelaciones por Luis de Haro. Para ello se se trasladó a Pozoblanco. Su trabajo como juez se extendió a las localidades de Espejo, Chillón, Montilla, Fuente Obejuna, Baza y Bujalance.

En 1599 se casó con Marina de León, había envidado de Juana en 1573, fijando su residencia en Bujalance, Córdoba, donde falleció en 1601 (se barajan las fechas de 24 de junio o 25 noviembre).

Juan Fernández Franco mantuvo una intensa amistad con Garcilaso de la Vega con quien mantuvo abundante correspondencia sobre asuntos histórico y arqueológicos.[1]

El equivoco con el nombre y la figura

Desde el siglo XVII, se abrió el equivocó sobre el nombre e incluso si en realidad fueran dos figuras diferentes. Juan Fernández Franco usó también de forma bastante habitual el nombre de Juan Alfonso Franco, junto a ello el hecho de que su hijo Diego también se dedicara al estudio de las antigüedades y que hubiera tratado con las inscripciones que recopilo y estudió su padre y que él mismo recuperara y estudiara algunas y que su padre se llamara Juan Alonso Franco, han dado pie a que se creará entorno de su figura cierta confusión. Se han localizado unas cartas autógrafas de Fernández Franco, dirigidas al inquisidor Martín Pérez de Oliván, firmadas como "Bachiller Alfonso Franco" fechadas entre 1545-1549 ya desaparecido su padre, que han creado esa confusión.

Parece que su nombre de bautizo fue el de Juan Alfonso, coincidiendo con el de su padre. Cuando fue bachiller firmó como " Juan Alfonso Franco" y tras la licenciatura firmó como "Juan Fernández Franco", nombre por el que se hizo conocido.

Aprovechando la confusión se dio, a mediados del siglo XVIII, una colección de cartas epigráficas falsas que usaron fraudulentamente el nombre de Juan Fernández Franco, en la versión de cuando era bachiller y firmaba "bachiller Alonso Franco". Estas cartas falsas pertenecieron a Miguel Espinosa Delgado, conde del Águila, sevillano que tenía un gran por la epigrafía y la arqueología que poseía una importante biblioteca que era muy consulta por los anticuarios de la Ilustración. [1]

Trabajo epigráfico

Juan Fernández Franco tuvo afición a la arqueología desde niño hacia medias de la década de 1530, muy joven, asistió al descubrimiento de varios miliarios en el Patio de los Naranjos de la mezquita de Córdoba. En sus estancia en la universidad de Alcalá de Henares recibió clases de Ambrosio de Morales, que tenía un especial interés el estudio histórico basado en el procedimiento metodológico basado en el estudio documental de inscripciones y monedas, que fue quien le inició y sembró la pasión por ello.

Juan Fernández Franco desarrolló una ingente labor epigráfica desde poco antes de la década de 1540 hasta su muerte. En la primera etapa de su trabajo epigráfico, en las décadas de 1540 y 1550, aparecen las primeras publicaciones que se conservan en el llamado Codex Valentinus en las que manifiesta gran prudencia y fidelidad y muchos de los epígrafes estudiados constituyen la primera fuente para estos textos, aunque con una escasa pericia gráfica que provoca un mayor número de deslices de lectura que sus obras posteriores.

En su trabajo utilizaba información procedente de estudios de otros autores como las Inscriptiones sacrosanctae vetustatis de los alemanes Pedro Appiano y Bartolome Amantio publicado en Ingolstadt en 1534, aunque su recurso principal fueron fuentes locales o peninsulares. En Alcalá tuvo acceso a la obra de del cronista Florián de Ocampo y a las obras de Lorenzo de Padilla, quien fue arcediano de Ronda y mantuvo una estrecha amistad, uno de los más activos transmisores directos de inscripciones de Hispania. También mantuvo una dinámica relación con Gaspar de Castro, quien era secretario del cardenal de Santa Cruz, con quien intercambió multitud de textos de la Bética y con Ambrosio de Morales que le proporcionó inscripciones de la provincia de Sevilla.

Mantuvo una relación de amistad con Juan Ginés de Sepúlveda que era paisano suyo y le hizo llegar inscripciones de la provincia de Córdoba. Mantuvo una fluida fue también su correspondencia con el humanista cordobés Pablo de Céspedes a quien le mandó, poco antes de su muerte, una relación de de los nombres de los lugares de la antigua Bética que es un importante tratado de topografía antigua.

Aprovechando sus cargos realizó numerosos "viajes arqueológicos”, como los denominaba él, donde realizaba la recopilación de documentación y hallazgos arqueológicos. En su obra Itinerario dice

Y aunque yo siendo muy moço vi mucha tierra en la Mancha, no halle rastro de antigüedad de romanos sino en muy pocas partes y una dellas, que halle, fue en la villa de Almedina tres leguas de Villanueva de los Infantes [...]. En la villa de Alhambra, tres leguas de Villanueva de los Infantes, ay una capilla de templo de edifiçio romano .../... y a la puerta de la iglesia estan dos estatuas de buen marmol blanco y junto a cada una un pedestal con sus inscripciones

Juan Fernández recorrió buena parte de la península recogiendo inscripciones y recibió otras muchas del extenso círculo de amistades que tenía. Cruzando los datos extraídos de ellas, de las diversas fuentes, tanto inscripciones como monedas, identifico muchas ubicaciones de sitios y corrigió la ubicación de otros que hasta entonces la tradición localizaba erróneamente.

Su obra fue reconocida tanto en la península como en Europa por la calidad de sus trabajos, basados en las autopsias de los epígrafes, calificándose como muy fiables. Fueron utilizados por Antonio Agustín Albanell, Alberto Pighius, Abraham Bibranus, Jan de Gruytère o Justo Lipsio entre otros.

Tras su muerte en 1601 su hijo Diego se hizo cargo de sus documentos, pero murió poco después que su padre y estos pasaron a Pedro Díaz de Riba de los cuales realizó copias, que han llegado hasta el presente. Algunas obras, como Cuadernos de Inscripciones Grande y Chico, se perdieron. Copias de sus obras se conservan en la biblioteca Estense de Módena en Italia y en otras como la biblioteca Británica, la biblioteca pública de Turín o la biblioteca de Brera de Milán. En España se obra autógrafa suya en la biblioteca Nacional, en la Real Academia de la Historia y en la biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla.[1]

Obra

  • Antigüedades de Martos, dedicada a su gobernador Dávalos de Segura (1555)
  • Breve Exposición y compendio de Numismas, dedicado a Diego Fernández de Córdoba, marqués de Comares (1564)
  • Suma de las inscripciones y memorias romanas de la Bética (s. a.)
  • Monumento de antigüedades y de inscripciones romanas lapídeas, dedicado a Pedro Fernández de Córdoba, IV marqués de Priego (1565)
  • Demarcación de la Bética Antigua y Tratado de las antigüedades de Estepa (1571) (ed. en parte en F. López de Cárdenas, Franco Ilustrado, Córdoba, s. a.)
  • Sumario y compendio breve de la fundación romana de la villa de Ágreda, dirigido al licenciado Ioan de Fuentemayor del Consejo de su Magestad (1574)
  • Memorial sobre antigüedades del término de Córdoba y marquesado de Priego (1596)
  • Itinerario e Discurso de la vía publica que los romanos dejaron edificada en España para pasar por toda ella desde los montes Pirineos por la Celtiberia hasta la Bética y llegar al mar Océano (1596)
  • Nombres antiguos de las poblaciones de el Andalucía que en tiempo de los Romanos tuvieron (carta a Pablo de Céspedes, 1601)
  • Discurso sobre la situación de Ercavica (s. f.), dedicada a Pedro Fernández de Córdoba, marqués de Priego.

Referencias

  1. a b c d [https://historia-hispanica.rah.es/biografias/16874-juan-fernandez-franco Juan Fernández Franco Fernández Franco, Juan. ¿Pozoblanco (Córdoba)?, c. 1520-1525 – Bujalance (Córdoba) – 24.VI.1601 o 25.IX.1601. Epigrafista y arqueólogo. Medio: Real Academia Española de la Historia Autora: Helena Gimeno Pascual Fecha de la consulta: 31 de agosto de 2025]

Enlaces exteriores