Juan Cano de Arévalo

La Virgen y el Niño apareciéndose a san Antonio de Padua, óleo sobre lienzo, 188,5 x 252 cm, firmado «Jn Cano F.» Valdemoro, Convento de la Encarnación de Hermanas Clarisas.
Jeroglífico alegórico y retrato de la reina María Luisa de Orleans, dibujo de Juan Cano Arévalo grabado por Gregorio Fosman, Noticias historiales de la enfermedad, muerte, y exsequias de la esclarecida Reyna de las Españas Doña María Luisa de Orleans..., por Juan de Vera Tassis y Villarroel, en Madrid, 1690.

Juan Cano de Arévalo (Valdemoro, c. 1656-Madrid, 1696) fue un pintor barroco español especializado en la pintura de abanicos, labor en la que, según Antonio Palomino, llegó a ostentar el título de pintor de la reina, «con muy honrados gajes y emolumentos».

Juan Cano de Arévalo nació en Valdemoro y hacia 1656, según Palomino —que es la única fuente para conocer su biografía— pues lo dice fallecido en Madrid en 1696, «cuando apenas tenía cuarenta años».[1]Ceán Bermúdez le supuso discípulo de Francisco Camilo.[2]​ Su habilidad con las figuras pequeñas determinó su dedicación a la pintura de abanicos, que vendía como si fuesen llegados de Francia. De temperamento inquieto viajó a Andalucía, donde trató con Antonio García Reinoso, informante de Antonio Palomino antes de llegar a conocerlo personalmente en Madrid.[3]​ Aficionado a la esgrima, tras disputar por el asiento en una fiesta de toros en Alcalá de Henares, desafió a su oponente a batirse en duelo y, si bien salió vencedor del lance, fue luego atacado por dos amigos del rival que lo hirieron gravemente en el pecho. El padrino todavía pudo trasladarlo a Madrid, donde los médicos nada pudieron hacer por su vida.[4]

Además de abanicos, decía Palomino, pintó al temple en las decoraciones murales de la Capilla de las Santas Formas, aneja al antiguo Colegio Máximo de Jesuitas de Alcalá de Henares, y en el presbiterio de la destruida iglesia de Santa María la Mayor de la misma ciudad, pinturas en las que, siempre según Palomino, «ayudó a otro pintor de Madrid, que fue a ejecutarlas».[5]​ Aunque Palomino no daba el nombre de ese otro pintor, al realizarse trabajos de limpieza y restauración de las pinturas de la capilla de las Santa Formas ha aparecido la firma de Juan Vicente Ribera y el año 1699 como fecha de su conclusión, lo que hace cuestionable la participación de Cano de Arévalo en dichas pinturas y la ausencia de otros trabajos que hagan posible fijar su estilo, impide, en todo caso, delimitar la parte que pudiera tener en estas pinturas.[6]​ En solitario y también al temple, según Palomino, pintó en la capilla de Nuestra Señora del Rosario de la iglesia parroquial de Valdemoro, pinturas de las que nada ha llegado, pero en su localidad natal, en el Convento de la Encarnación de Hermanas Clarisas, se guarda una Aparición de la Virgen y el Niño a san Antonio de Padua pintada al óleo, que es la única obra firmada por Cano de Arévalo que se conoce.[7]

En 1690 contrató los adornos de la puerta de Guadalajara y de los portales de joyería de la calle Mayor de Madrid para la entrada de Mariana de Neoburgo, segunda esposa de Carlos II.[8]​ Dado el carácter efímero de tales adornos festivos no se han conservado, pero a la misma cultura visual corresponde el dibujo firmado por Cano del jeroglífico alegórico en honor de la primera esposa de Carlos II, la reina María Luisa de Orleans, grabado por Gregorio Fosman y Medina y publicado como ilustración de la obra de Juan de Vera Tassis y Villarroel: Noticias historiales de la enfermedad, muerte, y exsequias de la esclarecida Reyna de las Españas Doña María Luisa de Orleans, impreso en Madrid por Francisco Sanz el mismo año 1690.[9]

Otras noticias de su actividad como pintor arrojan, aunque en muy escaso número, los inventarios de pinturas, que informan de algunos trabajos sin relación con las actividades descritas por Palomino. Se trata, en concreto, del retrato de «un Cardenal» en el inventario de pinturas del conde Villaumbrosa, tasado en ciento sesenta y seis reales en 1683, y de «Seis quadros de Juego de muchachos» inventariados en 1709 entre los bienes de Diego Gaspar Vélez de Guevara, conde de Oñate.[8]

Referencias

  1. Palomino, p. 470.
  2. Ceán, t. I, pp. 225-226.
  3. Palomino, p. 469.
  4. Palomino, pp. 469-471.
  5. Palomino, pp. 470-471.
  6. Las pinturas murales de los ábsides de la iglesia de Santa María la Mayor resultaron destruidas por un incendio provocado a comienzos de la guerra civil española y de ellas solo se conocen cuatro fotografías en blanco y negro en el Archivo Moreno: Retablos de la Comunidad de Madrid, Comunidad de Madrid, Consejería de Educación, Cultura y Deporte, Madrid, 1995, ISBN 84-451-1011-x, p. 114.
  7. Quesada (2006), p. 176.
  8. a b Aterido (2015), Cronobiografías, p. 58.
  9. Los Austrias, nº 333, pp. 320-321

Bibliografía

  • Aterido, Ángel (2015). El final del Siglo de Oro. La pintura en Madrid en el cambio dinástico 1685-1726. Madrid: CSIC-Coll&Cortes. ISBN 978-84-00-09985-5. 
  • Ceán Bermúdez, Juan Agustín (1800). Diccionario histórico de los más ilustres profesores de la Bellas Artes en España. Madrid. 
  • Los Austrias. Grabados de la Biblioteca Nacional, catálogo de la exposición, Madrid, 1993, ISBN 84-7896-043-0
  • Palomino, Antonio (1988). El museo pictórico y escala óptica III. El parnaso español pintoresco laureado. Madrid : Aguilar S.A. de Ediciones. ISBN 84-03-88005-7. 
  • Pérez Sánchez, Alfonso E., Pintura barroca en España 1600-1750, 1992, Madrid, Ediciones Cátedra, ISBN 84-376-0994-1
  • Quesada, José María, «El Convento de la Encarnación de Hermanas Clarisas de Valdemoro», en Huellas. Actuaciones de la Comunidad de Madrid en el patrimonio histórico, Madrid, Comunidad de Madrid, Consejería de Cultura, 2006, pp. 172-176.