Antiespañolismo en México

El antiespañolismo en México es la presunta identificación de un carácter intrínsecamente perverso en los españoles, y, por ende, un rechazo generalizado al llamado «gachupín», así como a diferentes rasgos de la cultura española.

Así, ya hacia las alturas de 1810, un prócer como el cura Miguel Hidalgo señalaba a los españoles como «hombres desnaturalizados» movidos por su «sórdida avaricia» y cuyo dios era el dinero.[1]

Durante la década de 1820 los españoles cuantitativamente eran poco importantes (estimados por Harold Sims en seis mil quinientas personas de una población de alrededor de seis millones y medio) pero muchos de ellos —a pesar de cierta heterogeneidad prosopográfica mostrada en investigaciones recientes— detentaban una importante influencia en las élites económicas, militares y políticas de la Primera República Mexicana.[2]

El sentimiento antiespañol adquirió ímpetu en la esfera pública hacia el final de la década de 1820, con decretos en 1827 y 1829 instando a la expulsión de todos los peninsulares residentes en México.[3]​ En el contexto de un crecimiento del nacionalismo mexicano, la preponderancia de los propietarios y mercaderes españoles en Guerrero condujo a milicias mulatas a asesinar a varios mercaderes españoles en 1827 y 1828.[4]​ El sentimiento antiespañol fue una de las causas detrás del saqueo del mercado de Parián en Ciudad de México en 1828.[5]​ Así, el sentimiento antiespañol motivó doce leyes estatales de expulsión publicadas en 1827, tres leyes federales de diciembre de 1827, marzo de 1829 y enero de 1833, y dos decretos, en enero de 1833 y 1834.[2]​ Dos años después se firmaría el Tratado definitivo de paz y amistad entre México y España.[6]

Este proceso se tradujo en la expulsión efectiva de casi la mitad de la población española de México.[2]

El asesinato de españoles —a veces entre gritos de mueran los blancos, los españoles o los gachupines— persistió durante las décadas de 1840 y 1850 en el agro de los estados de Guerrero, Morelos y Yucatán, azuzado por la tensión entre hacendados españoles y el empobrecido campesinado indígena, a pesar de que el comportamiento de los primeros no se diferenciaba sustancialmente del de los hacendados criollos.[7]

Aunque cuantitativamente menor en relación con el número de muertos a los resultados de la xenofobia de signo antiestadounidense y sinófobo, el sentimiento antiespañol se volvió a manifestar de forma especialmente virulenta durante la Revolución mexicana de 1910, con algo más de 200 españoles asesinados.[8]

Referencias

  1. Landavazo, 2004, p. 34.
  2. a b c Pani, 2003, p. 357.
  3. Jackson y Castillo, 1995, p. 88.
  4. Aviña, 2014, p. 24.
  5. Lomnitz, 2001, p. 131.
  6. Valadés, José C. (1994). Orígenes de la República Mexicana: la aurora constitucional. UNAM. ISBN 978-968-36-3320-0. Consultado el 2 de agosto de 2022. 
  7. Landavazo, 2004, p. 36-37.
  8. Landavazo, 2004, p. 39.

Bibliografía