Antonio Salas Avilés

Antonio Salas nació en la ciudad de Quito, actual Ecuador. A pesar de que no se conoce la fecha exacta de su nacimiento,[1] se sabe que fue en el año de 1784. Sus padres fueron un sastre llamado Juan Salas y Josefa Avilés.[2][3]

Siendo todavía muy joven entró al taller del pintura del maestro Bernardo Rodríguez como aprendiz, y posteriormente se unió al taller de Manuel Samaniego,[3] el cual abandonó cuando este fue encarcelado tras ser acusado de infidelidad conyugal.[2] Dos maestros de la escuela quiteña,[1] de quienes aprendió la pintura religiosa.[2]

Hizo 14 pinturas para la iglesia del Quinche en 1804, como el Recamarín y la Colgadura de la Virgen. En 1823 llevó a cabo la restauración de 39 para la Capilla de Nuestra Señora del Rosario, tarea por la que se le pagó 148 pesos.[2]

Se casó muy joven con Tomasa Paredes con quien tuvo tres hijos. Tras la muerte de su primera esposa se volvió a casar,[2] esta vez con María Mercedes Estrada Sotomayor y Blesca,[3] con quién tuvo dieciséis hijos. Alrededor de 1822 tuvo un hijo con Josefa Cansino, empleada doméstica, a quien le pasaba dos reales diarios para la manutención.[2] Fue el fundador de la dinastía de los Salas, una familia de pintores y artistas de renombre. Ya que varios de sus hijos, nietos, bisnietos e incluso cuartos nietos también se dedicaron a la pintura.[3] Algunos de los más famosos son Ramón, Camilo y Alejando Salas Paredes, Rafael, Brígida, Diego y Josefa Salas Estrada, Manuel Salas Cansino, Carlos y Rafael Salas Salguero, Marcos Salas Yépes, etc.[3] El 19 de marzo de 1824, estando borracho, mató con ocho puñaladas a Nicolás Cansino, hermano de su amante, ya que este había estado discutiendo con su mujer. Debido a esto fue condenado a 8 años de cárcel, pero tras una apelación la condena se le redujo a 5 años de destierro en Loja, donde se dedicó a dar clases de pintura y a pintar para iglesias y conventos.[1][2] En 1838 pintó una serie de cuadros llamada Vida de la Virgen para pos Padres Agustinos.

Formó su propio taller donde trabajó con 16 de sus 20 hijos. El artista francés Ernest Charton lo visitó durante su estancia en Quito,[3] el pintor lo describió de la siguiente manera: "El Jefe de la casa, anciano de pequeña estatura, cuyos rasgos energéticos y expresivos denunciaban un espíritu poco ordinario a su edad, me recibió con la más franca cordialidad."[2]

Falleció de viejo[2] el 6 de mayo de 1860.[1]

Fue probablemente el artista más importante del siglo XIX. Supo adaptarse a tiempos muy cambiantes y lograr éxito como pintor viviendo de sus cuadros durante lo que fue el periodo de mayor inestabilidad en la historia de Ecuador. Para el historiador José María Vargas, existen dos tendencias claras una colonial religiosa y otra republicana iconográfica, lo que le permitió ser el portavoz del júbilo histórico de su tiempo.[4]

"Cumandá, la Reina de los bosques", por Rafael Salas, su hijo. Inspirado en la novela de Juan León Mera.

Su trabajo lo realizó principalmente con óleo y acuarela, con pincel y lápiz. Sus obras fueron muy cotizadas y logró vivir con relativo lujo. Su personalidad enérgica y dinámica lo relacionó con personas importantes de ese tiempo, lo que lo complementó con una enorme familia que fue su mayor legado artístico:[2]

• Pintura de Ecuador
• Escuela Quiteña
• Joaquín Pinto
• Luis A. Martínez
• Liberalismo Ecuatoriano