Alfarería de Chililico
La alfarería de Chililico es apreciada por los diseños elaborados con técnicas rudimentarias, que se realizan con las mismas técnicas que se usaron en la época prehispánica.[1] Este tipo de alfarería se realiza en la localidad de Chililico, en el municipio de Huejutla de Reyes, estado de Hidalgo, México.[2] Las piezas más conocidas son las ollas de barro rojo, pintadas con color crema, que se decoran con motivos en café oscuro.[3] Las operaciones de extracción y el acarreo de barro y leña, y el cocimiento en horno son realizadas por los hombres. Y la elaboración está a cargo de las mujeres principalmente.[4]

Entorno geográfico y cultural

La localidad de Chililico, se localiza en el municipio de Huejutla de Reyes en la región de la Huasteca hidalguense. Esta se localiza en la parte noreste del estado dentro de la Llanura Costera del Golfo Norte, donde se encuentra la altitud más baja del estado.[5][6] Su relieve es de pequeñas lomas y terrenos de poca pendiente.[7]
El clima es cálido húmedo, propicio para la agricultura y la ganadería. Hay árboles maderables, como cedro, caoba y palo de rosa, que sirven para fabricar muebles.[7] Esta región es habitada principalmente por los nahuas;[8] quienes hablan una variante del náhuatl, conocida como náhuatl de la Huasteca hidalguense.[9][10]
Elaboración

Materias primas
Para la elaboración de la cerámica de Chililico existen dos yacimientos de barro en terrenos comunales donde se extrae la materia prima, para realizar esta tarea deben informar al juez de la comunidad.[1] Zocuilteco, anexo cercano a Chililico, y La Peña, dentro de la comunidad.[4] Según los informantes, estos dos yacimientos fueron comprados por la comunidad hace cien años.[4] En cuanto al origen de los colorantes, los artesanos utilizan con más frecuencia los minerales naturales y en segundo lugar los industrializados; rara vez utilizan tintes de origen vegetal o animal.[4]
Además del barro en tono naranja, es común otros barros que se caracterizan por su color y que se emplean como tinte en la alfarería de Chililico, en tonos negro, café, blanco y rojo.[4] Algunos de estos barros son: el barro blanco o chipahualtzóquitl, y el barro rojo o chichiltzókitl. También se utilizan unas piedras negras llamadas tatazoquit o tahuit que, molidas en metate y mezcladas con agua, se utilizan para pintar y se aplican de la misma forma que los barros de color.[4]
Otra de las materias primas importantes es la leña que se utiliza en los hornos.[4] La leña se deja secar por 15 días y entonces, se le pasa fuego para “curtirla”.[4] Se puede utilizar cualquier tipo de leña, a excepción de la del árbol del aguacate debido a que “los trastes quedan morados, no blanquean”.[4]
Instrumentos de elaboración

Entre los instrumentos de origen prehispánico se encuentra el tamascoyanti, es un torno rudimentario, sirve para dar forma redonda a las vasijas al girar sobre sí mismo.[1] El atet es un pulidor de barro que tiene forma de canoa, sirve para pulir y dar forma al interior de las vasijas.[1] El atemimile se trata de un pulidor en forma de codo poco agudo, con el que se alisa el exterior de las vasijas.[1]
Entre los instrumentos contemporáneos hay de origen vegetal, animal, mineral y sintético.[4] Estos no es que sean necesariamente recientes, sino que simplemente no son de origen prehispánico, pudiendo su uso remontarse incluso al siglo XVI.[4] Entre instrumentos de origen animal se encuentra un pincel elaborado con tres o cuatro plumas de gallina amarradas. Sirve para plasmar los motivos, ya sea con pintura de aceite o colorantes naturales.[4]
Los instrumentos de origen vegetal son elaborados principalmente con maderas finas como cedro y encino, los principales son: la jícara o recipiente vegetal de guaje (tzicatl, otecómitl) que se usa para adelgazar el grosor de la pieza en proceso de modelaje, cuando todavía está cruda.[4] El olote de maíz (elotl) que sirve para adelgazar y alisar la pieza en proceso de modelaje.[4] El canasto vegetal (chiquihuite), elaborado con bejucos u otras fibras, que se usa para trasportar las piezas, ya sea al horno o al lugar de venta.[4] Garrucha (timaitl), de alrededor de 3 m de largo que sirve para manipular las piezas en el horno y remover la leña durante la cocción.[4]
Proceso


Cuando el barro llega a la casa de los artesanos o talleres, lo depositan en el solar, en ocasiones sobre una plancha de cemento, y lo dejan uno o dos días secando al sol.[4] Durante el proceso de secado se aprovecha para quitar piedras grandes a la arcilla. Posteriormente se coloca el barro en una tina, se le añade agua y se bate.[4] Esta mezcla es pasada a través de un cedazo para separar las partes duras y grandes. Una vez que han sido eliminadas las piedras e impurezas, vuelve a extenderse el lodo sobre el suelo, al rayo de sol, para que pierda humedad.[4]
Cuando el barro ha perdido suficiente agua se recoge del suelo enrollándolo sobre sí mismo.[4] Se coloca al interior de la casa y se cubre con hules o costales para que no pierda humedad, y de esta manera poder trabajarlo conforme se va necesitando.[4] En este estado, el barro puede ser almacenado durante periodos relativamente largos.[4] Con la consistencia pastosa que adquiere el barro se procede a amasar para darle mayor plasticidad, se hacen tortillas de barro de diferentes gruesos, que sirven para elaborar objetos con molde, se aplica una capa delgada de ceniza al molde con la finalidad de que no se le adhiera.[4]
Con la mano izquierda se sostiene el molde, y con la derecha se comprime el barro y se golpea contra él para que se amolde.[4] Finalmente, con un trapo húmedo a manera de alisador, se frota la superficie del objeto para pulirla.[4] Al comprimir el barro contra el molde, parte de esta sobresale por lo que es necesario recortarla.[4] Una vez compactado, alisado y recortado el barro sobrante, se retira del molde y se coloca sobre un tablón para que seque.[4] Después de haberlas secado al sol las piezas pasan a ser decoradas. Una vez que han sido pintados, se colocan nuevamente al sol para que el barro-tinte penetre lo suficiente y se fije al objeto durante la cocción.[4]
Durante la cocción se va introduciendo leña, hasta alcanzar la temperatura deseada.[4] El proceso de cocción, que inicia con el acarreo de las piezas al horno y que termina cuando el artesano logra observar que la pedacería de loza colocada en la parte superior se vuelve blanca, dura alrededor de seis horas. En este momento dejan de atizar el horno y lo dejan descansar hasta que la leña se consuma, durante el resto de la noche.[4]
Características y usos

La principal característica es la decoración, los colorantes empleados son barros de distintos tonos: negro, café, rojo o blanco.[4] Algunos trastes llevan una mano completa de alguno de estos colores (blanco y rojo principalmente), tanto en el exterior como en el interior, que se aplica con un trapo, y sobre la que se plasman los motivos.[4]
A esta parte del proceso las alfareras la llaman "embarnizar", la decoración es una actividad femenina, aunque existen pocos casos en que los hombres también la realizan.[4] Se trata de una actividad especializada que no todas las alfareras dominan.[4] Para ello, se emplea un pincel rústico elaborado con plumas de gallina, que denominan piyo.[4] Los dibujos son motivos de la naturaleza, como estilizaciones de flores, animales y formas geométricas, todos ellos transmitidos de generación en generación.[4] Los tintes se preparan en un lebrillo con agua al que se va agregando barro de distintos tonos.[4]
La mayoría de la producción la venden durante las festividades de Navidad, la Santa Cruz de mayo, Semana Santa, cuando bendicen el agua de todo el año, y en Xantolo.[11] El consumo de estos objetos de cerámica no se restringe únicamente al contexto de uso cotidiano, hay un importante consumo de estas piezas para uso ritual; por lo cual se elaboran varios objetos en tamaño miniatura para adornar los altares de los difuntos en la fiesta de Xantolo.[11] El uso ritual de estos objetos no es exclusivo de los nahuas, por ejemplo, durante la celebración de la fiesta de la Santa Campana de Tutotepec, en el municipio de San Bartolo Tutotepec, en la Sierra Otomí Tepehua, en donde los otomíes hacen ofrendas de flores en cántaros.[1]
La alfarería consiste, cazuelas, floreros, tinajas, utensilios de cocina, molcajetes, alcancías, copaleros, candelabros, y juguetes de barro cocido.[11] También se elaboran cántaros llamados ollules, que utilizan para beber agua en el campo; botijas con formas de hojas y plantas ocarinas para llamara los niños en los días de Todos los Santos y una variedad de ollas, entre las cuales se encuentran los popochcometls y los chichapales, que sirven para acarrear agua.[11]
Galería
- Florero y olla.
- Sahumerio.
- Ollas.
- Platos.
- Plato hondo.
Véase también
Portal:Hidalgo. Contenido relacionado con Estado de Hidalgo.
- Cultura del estado de Hidalgo
- Cerámica mexicana
- Tenango (bordado)
Referencias
- Báez Cubero, Lourdes (2017). «Cerámica de Chililico». Museo Nacional de Antropología. Archivado desde el original el 16 de noviembre de 2017. Consultado el 15 de agosto de 2019.
- Sistema de Información Cultural. «Alfarería y cerámica en Hidalgo». Secretaría de Cultura. Gobierno de México. Consultado el 15 de agosto de 2019.
- Redacción (28 de abril de 2004). «Alfarería de Chililico». La Jornada. Consultado el 15 de agosto de 2019.
- Vergara Hernández, Arturo (2009). La alfarería de Chililico, una supervivencia prehispánica (PDF) (Primera edición). Pachuca de Soto, Hidalgo: Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. ISBN 978-607-482-028-7.
- INEGI. «Relieve de Hidalgo». Cuéntame de México. Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Consultado el 20 de julio de 2010.
- Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal (2010). «Enciclopedia de los Municipios y Delegaciones de México: Regionalización del estado de Hidalgo». Secretaría de Gobernación. Gobierno de México. Archivado desde el original el 18 de enero de 2017. Consultado el 20 de marzo de 2018.
- Centro de Innovación para el Desarrollo y Capacitación en Materiales Educativos. «Regiones Geoculturales y Biodiversidad». México Multicultural: Apuntes electrónicos. Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Archivado desde el original el 18 de agosto de 2019. Consultado el 15 de agosto de 2019.
- INEGI (2004). La Población Hablante de Lengua Indígena de Hidalgo (PDF). Aguascalientes, Ags.: Instituto Nacional de Estadística y Geografía. p. 16. ISBN 970-13-4420-0. Archivado desde el original el 4 de marzo de 2016. Consultado el 15 de agosto de 2019.
- INALI (2008). «Catálogo de las Lenguas Indígenas Nacionales: Variantes Lingüísticas de México con sus autodenominaciones y referencias geoestadísticas» (PDF). Instituto Nacional de Lenguas Indígenas. Consultado el 15 de agosto de 2019.
- Báez Cubero, Lourdes; Garret Ríos, Gabriela; Pérez González, David; Moreno Alcántara, Beatriz; Fierro Alonso, Ulises Julio; Hernández García, Milton Gabriel (2012). Los pueblos indígenas de Hidalgo: Atlas etnográfico (PDF) (Primera edición). México, D.F; México: Instituto Nacional de Antropología e Historia. pp. 17, 33. ISBN 978-607-484-357-6. Archivado desde el original el 25 de julio de 2019. Consultado el 15 de agosto de 2019.
- «Cerámica de Chililico (Hidalgo)». Guía México Desconocido. Consultado el 16 de noviembre de 2017.
Enlaces externos
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